Renovando la música paraguaya

Cuando sale al éter un disco de música paraguaya, debemos celebrar con alborozo. Siempre resulta una novedad editar cultura nacional, sobre todo en un ambiente cada vez más excluyente, degradado y nocivo para el arte y la polifonía tradicional.

Los medios periodísticos se han extraviado, miran a otro lado, están de espalda al sentimiento de la gente. Han marginado por completo al mundo sonoro paraguayo, habiendo desde luego, honradas excepciones. Desaparecieron de los diarios los suplementos de “Arte y Espectáculos” y de “Cultura Nacional”, se han extinguido los periodistas comprometidos o con vocación vernácula y pasión patriótica.

Los diarios impresos, la madre de la prensa y el periodismo, pasaron a ser un escaparate de actos extraños o de cultura foránea, escasamente beneficiosa para la estética, la convivencia o cotidianeidad paraguaya. Por ende, los diarios digitales, las radios AM y FM, la televisión y los cables están inmersos en los enlatados que llegan en cascada desde afuera. Se terminó la difusión y por ende la identidad nacional.

Para los músicos creadores y/o arregladores que escudriñan y aspiran innovar y evolucionar la música popular paraguaya de siempre, a través de la ciencia musical y por conducto de las virtudes escolásticas, es saludable enterarse del nacimiento de un disco transformador como el que muestra la gráfica.

El mismo no tiene desperdicio, hay mucha creación impresa resultando toda una singularidad dentro del panorama artístico paraguayo. Su autor y compositor se llama Carlos Cazal, un maestro estudioso que hace décadas viene bregando por la evolución. Un incansable luchador por las cosas nuestras.

Se sabe que la armonía y el contrapunto son los caminos para lograr un cambio sustancial y significativo, son los senderos de la modernización del universo sonoro nacional, sin que por ello signifique alejarse de las raíces, siempre vitales y sagradas.

Las reglas musicales, la ciencia y las academias son universales, pero hay peculiaridades regionales indubitables que no se enseñan en los conservatorios pero que se llevan en la piel, siendo poderosa influencia en las estructuras estilísticas de un creador. Y ese ornamento decorativo, se percibe y se admira en esta producción.

En el mundo hay muchas corrientes, géneros, ritmos, etc., la música es muy amplia y variada. Están el Jazz, Pop, Rock, Fox, además de la música clásica, el folclore, que por su diversidad resulta inmensa e inacabable. Cada músico decide y desarrolla un estilo, también opta por comprometerse con una corriente que sensibilice y atrape su espíritu.

Son los casos de los músicos paraguayos que se sumergen en nuestra idiosincrasia y lo expresan de maravillas. La musicalidad propia del idioma guaraní, contribuye a lograr obras excelsas con marcada repercusión mundial.

Este disco nos empapa con un refresco auditivo y espiritual. Contiene 11 temas, a saber:

01- Galopera (Música: Mauricio Cardozo Ocampo). Un clásico de la música popular paraguaya, mundialmente difundida en más de 400 demostraciones y adaptaciones. Esta versión instrumental es interpretada como si fuera una “sesión de vientos”, confiriendo una coloración especial a la obra que rompe con lo tradicional.

El arreglo para vientos “a capella” de esta obra trata de poner en relieve dos corrientes musicales distintas, como ser la armonía clásica o académica y la del Jazz contemporáneo en una suerte de sincretismo cultural (amalgama y fusión).

No se trata de una Banda tradicional paraguaya con los marcajes percusivos a todo dar, en esta se percibe la influencia del Jazz, de los aires y formatos del peculiar pianista estadounidense Herbie Hancock y Bill Evans.

02- Mi paraguaya (Música: Fernando Rivarola). Una versión instrumental realizada en una “sesión de vientos” de similares características al anterior. La estructura es la misma, nada de percusión.

Al prestar atención, se aprecia las figuras de los distintos instrumentos de vientos. Hay cambios tonales que responden a una estrategia estética. Mucha armonía lineal de voces independientes, alternando con los clásicos bloques cerrados o semiabiertos, habituales en las Big Band.

03- Mujer paraguaya (Letra: Manuel Frutos Pane. Música: Juan Carlos Moreno González). Vocal “a capella” (sin instrumento). Voces mixtas, atractiva disposición de voces dando un barniz de calidad y jerarquía.

En cuanto a la armonía, se emplean y se aprovechan las extensiones de los acordes llegando hasta la 9ª para luego reposar en las clásicas triadas de la armonía tradicional, evocando a las zarzuelas paraguayas, tan caras a los sentimientos nacionales.

04- Opus Nº 2 (Letra: Raúl Dumas. Música: Carlos Cazal). Una polka estilizada de gusto distinguido. Un arreglo muy atractivo, tanto vocal como instrumental. La solista de canto Sol Pérez exhibe su enorme potencial para la música popular.

El Mº Cazal nos relató que tenía pensado en las cuerdas para este arreglo, pero que fueron sustituidas “in expreso” por las voces humanas. Los atributos de esta obra está en sus figuras melódicas que recorre las extensiones de los acordes, jugando con 9ª menores y 2ª agregadas que son de paso, pero sugestivos. Se destacan las 4 voces (todos a la vez) y la melódica al estilo del belga Toots Thielemans.

05- En la clase (Instrumental: Carlos Cazal). Dedicada al Mº Carlos Schwartzman quien impartía los deberes en la clase. La descripción de aquellos momentos expuestos fragmentadamente, rememora el autor, exhibiendo lo que el maestro-instructor pretendía en la clase.

En la cátedra le solicitó que trabajara sobre el modo mixto, es decir, concordar o congeniar en una sola composición todos los modos eclesiásticos (jónico, dórico, frigio, lidio, mixolidio, etc.).

El discípulo lo puso en práctica y a la siguiente clase, ese trabajo se convirtió en una bella y exótica polka paraguaya estilizada, exaltando las extensiones armónicas y llegando incluso a la superposición de acordes. La brillante interpretación y los arreglos de esta obra en disco, fueron concebidos y ejecutados por el joven pianista Víctor Scura.

06- Che la reina (Letra: Emiliano R. Fernández. Música: Félix Pérez Cardozo). Vocal mixto con sección rítmica. Polca tradicional tomada y desarrollada a un plano moderno y contemporáneo. El toque de guarania en 10 compases (intermedio) le da un color diferente, muy difícil de lograr con una obra casi monótona y atada a lo estrictamente tradicional.

Una obra rearmonizada con los clásicos segundo, quinto y primero menor; que le da mucho semblante a la canción, donde se percibe con claridad meridiana los cambios de modos y tonalidades. Estos inspirados arreglos para la vivaz y tradicional polca, que contiene un hondo contenido patriótico, resulta al oído, un mosaico paradisíaco.

07- Yo no sé por qué (Letra y Música: Delfor Boggino). La guarania de primorosos procesos armónicos… vocal mixto… las respuestas o contestaciones corales (contracantos) son un primor por su iluminada creación.

Aquí el Mº Cazal acató el sincopado del 6/8 como han enseñado los maestros paraguayos, respetando la forma musical de nuestra Guarania. Un arreglo bastante sencillo pero muy bonito y de extrema sensibilidad.

08- Recuerdos de Ypacaraí (Letra: Zulema de Mirkin. Música: Demetrio Ortiz). Otra guarania tradicional y mundialmente conocida, interpretada “a capella” con voces femenina estrictamente… una aventura difícil para una obra con enorme difusión… sin embargo, dicho lance fue logrado completamente…

09- Opus Nº 1 (Música: Carlos Cazal). Arreglo vocal para cuarteto masculino, interpretado por el grupo Avance en Cinco, con una base de acompañamiento instrumental.

El compositor y arreglista Carlos Cazal, aplicó el concepto contrapuntístico de fondo, con un intermedio “a capella” al estilo del recordado grupo Las Voces Nuevas. El sonido está encuadrado dentro de esa estructura y estilo. Brilla los 16 compases “a capella” como intermezzo, es decir, fraseo y entonación vocal que sustituye al instrumento y al canto.

10- Avy’a pende apytépe (Letra: Raúl Daumas. Música: Carlos Cazal). Un villancico en ritmo de polka, con el canto de Sol Pérez. Es una composición esbelta y estilizada. Hay cuerdas dulces y románticas, una auténtica “Oración a Dios”.

En esta labor empleó la clásica secuencia de acordes primero, sexto, segundo, quinto, primero. Alternando en el estribillo con el acorde de “secta menor”, lo que resulta siempre cautivador.

11- Junto al arroyo (Letra y Música: Antonio Medina Boselli). El Mº Cazal se refiere a esta Guarania y detalla su idea musical de la siguiente manera: “El mismo leit motiv utilicé tanto en la ‘intro’ como en el intermedio o ‘Vuelta del Arreglista’. También los mismos colchones del arreglo vocal transpolados al orquestal con cuerdas bajas cercanas al Do medio del piano, produciendo una sonoridad gruesa.

Luego va creciendo el arreglo recurriendo al dúo en sextas del primer y segundo violín, similar al estilo del arreglista español Juan Carlos Calderón. Todo esto con la magnífica interpretación de Rubén Robadín, quien ya conocía esta obra del maestro Antonio Medina Boselli”.

Una edición discográfica balanceada donde se plasman cuatro composiciones inéditas del Mº Carlos Cazal y seis obras tradicionales de conocidos autores, bien arregladas con diferentes matices, lo cual invita y obliga al oído más exigente, incorporar el CD a la discoteca nacional. Nunca se olviden del antiguo adagio: DISCO ES CULTURA.

ABC