Entretelones del teatro de la guerra 1864-1870 – FILME

Los vientos de una guerra inminente soplaban. El presidente Bartolomé Mitre manifestó con elocuencia : “Basta de palabras, pongamos manos a la obra, en 24 horas en el cuartel general, en quince días en el campo, en tres meses en la Asunción”.

Para el cónsul francés Maillefer, estas palabras significaban prometer mucho con un ejército improvisado, compuesto por tres cuartas partes de guardias nacionales y que apenas contaba con otros recursos navales de la armada brasilera, que a pesar de una declaración de bloqueo de los puertos y costas del Paraguay por parte del almirante Tamandaré no parecía tener prisa por ir a medirse con la flota de López, engrosada con los 5 o 6 barcos que se ha apoderado del Imperio o de la Confederación Argentina.

El revés

Los prisioneros tomados en Uruguayana (setiembre 1865) fueron repartidos entre los tres ejércitos vencedores, y obligaron a los más aptos a incorporarse a sus filas. La vanguardia oriental se incrementó, así con un batallón paraguayo, comandado por oficiales de Montevideo. Maillefer (cónsul en Montevideo de 1854 a 1870) describió: “Pero ¡qué servicio y lealtad se puede esperar de estos desgraciados condenados a marchar contra su propia patria!”, Un gran número de estos prisioneros, especialmente los más jóvenes, fueron transportados al interior de la provincia brasileña de Río Grande, con la probable posibilidad de ser vendidos como esclavos: ¡extraña consecuencia de una guerra emprendida sin el color de la emancipación de una nación oprimida!

En conmemoración de este ingrato triunfo, el emperador Don Pedro II, por decreto del 20 de setiembre, instituyó una medalla de oro, plata y zinc que se distribuiría a los tres ejércitos. También elevó a los generales Mitre y Flores a la dignidad de Gran Cruz de la Orden Imperial del Cruzeiro, que otorga a estos presidentes de la República el rango de príncipes. Madame Flores y su hija Agapita, manifiesta Maillefer, “vinieron recientemente a hacer una visita amistosa a mi familia, y se mostraron muy entusiasmadas”. A petición formal del general Flores el gobierno provisional decretó también que se distribuya una medalla de oro, otra de plata y otra de cobre a los vencedores del Yatay, según el rango. Este contagio de honores no se detiene ahí: el cónsul Maillefer también recibió una “distinción de honor que no le ha costado ni una gota de sangre ni una lágrima”.

Paraguay en la Exposición Universal

Durante la guerra de tres países contra Paraguay, Francia se preparaba para una exposición universal en París en 1867. Los diplomáticos franceses en los países sudamericanos informaban a sus países para que participen. El presidente Francisco S. López autorizó la presencia de Paraguay en la exposición. En una conversación en Montevideo, el general Flores dio una respuesta a esta invitación: ¿qué podemos enviar sino ponchos y lanzas? Maillefer contestó: “Excelencia, también puede enviar cueros, conservas de carne y lana, puede demostrar que el Estado Oriental sabe hacer la guerra sin descuidar las artes y los intereses de la paz“. El general Flores contestó: “Maravillosamente, pero para eso tendría que tener un solo enemigo enfrente, y mire la actitud que ya han tomado los periódicos, incluso los que se llaman amigos”. Y sobre esto lanzó una furiosa explosión contra los disidentes y traidores. Maillefer describió a Flores: “Deberían haber visto a este dictador medio indio (chino) mal vestido, con el pelo y la barba revueltos”.

El desenlace

El desenlace estaba cada vez más cerca. López permanecía aún de pie en las montañas (la Cordillera) del interior, con cuatro o cinco mil hombres, confesando su derrota y pidiendo al país los medios para repararla. Pero el patriotismo se agotaba con la población viril, con los recursos materiales, con la fe en el líder y en la victoria.

Una proclama del general López declara: “Compatriotas. Derrotado en mi cuartel general en Pykysyry, estoy en este campo. Agonizante el enemigo por la espléndida victoria del 21 y los sucesivos contrastes que han tenido lugar hasta el 26 […], el enemigo llevó su ataque allí donde ni así la teníamos. Rompió el fuego con una artillería numerosa que nuestras legiones aguantaron tan bien como los otros días, pero un cuerpo de reclutas dio ventajas al enemigo, y nuestros esfuerzos no llegaron, que de hacerlo, la jornada hubiera sido otra y a esta hora estaríamos proclamando la definitiva libertad de la Patria. Nuestro Dios quiere probar nuestra fe y constancia para darnos después una Patria más grande y más gloriosa […] Un revés de fortuna no ha de ciertamente venir a imponer sobre el espíritu y la abnegación del magnánimo Pueblo […]…Cerro León, diciembre 28 de 1868. Francisco Solano López”.

Asunción sitiada

Un testigo en Asunción describió el espectáculo ante sus ojos: La capital Asunción seguía siendo una hermosa ciudad, a pesar del estado de ruina en que se encontraba desde hace cuatro años de guerra. Sin embargo el espectáculo se volvió tétrico: soldados en las calles, las casas que estaban selladas se abrieron y fueron asaltadas por los soldados brasileros. Los almacenes fueron abiertos y saqueados, incluso bajo los umbrales de las casas se buscaban cofres con joyas o dinero para desenterrarlos. Las familias que huyeron de la capital al interior del país escondieron sus valiosas pertenencias en cajas bajo tierra. También depósitos de cueros, tabaco y otros bienes del país, de paraguayos, y de extranjeros establecidos en el territorio. Los consulados de Francia, Italia, Portugal, Estados Unidos no escaparon al saqueo. Luque fue nuevamente evacuada el 17 de diciembre por un decreto que notificaba que la capital era transferida a Piribebuy.

El cónsul francés, Paul de Cuverville, manifestó que estando en la propiedad del cónsul de Italia, Lorenzo Chaperon, fueron informados que las tropas brasileras habían saqueado los consulados en Luque. Cuverville salió inmediatamente hasta el lugar encontrando sus baúles rotos, la caja fuerte fue abierta con un hacha, y estaba tirada y vacía.

En Asunción también encontró el lugar completamente saqueado, y un soldado estaba en su habitación “sentado en su única silla”. Las explicaciones del soldado fueron que el jefe había dado permiso para saquear. No se pudo obtener nada del marqués de Caxias ni de las autoridades brasileras, que además se negaron a reconocer a Cuverville, en su calidad de representante de Francia. Los brasileros no se mueven de aquí, duermen sobre los laureles. El comercio está paralizado, con el saqueo de estos días, nadie tuvo el coraje de desembarcar mercaderías en el puerto.

La felicidad de algunos a costa del sufrimiento de los otros (Le malheur des uns fait le bonheur des autres (Voltaire) : la desgracia o el infortunio de unos es la felicidad de otros).

En su mensaje, el presidente de Montevideo en la apertura de las cámaras proclamó: “La Gran Guerra del Paraguay, la de batallas decisivas parece haber terminado”. Pronto se establecerá el gobierno provisional en Paraguay. La División Oriental regresó con toda la pompa y el ruido del triunfo. Cinco años de fatigas, de sacrificios de esta sangrienta lucha. “Es cierto que a modo de compensación están trayendo trescientas concubinas Paraguayas”! Parece que los aliados no se conforman con despojar al país de sus hombres, sino que también se llevan a sus mujeres.

Lamentable, cuyo resultado más claro para las dos repúblicas aliadas del Brasil es haber agotado el honor y el dinero para aniquilar a otra república en su exclusivo beneficio. El Imperio que no parecía tener prisa por despedir a sus tropas, mantenía al Paraguay como su conquista particular. Además de la crisis demográfica, económica y financiera que dejó como resultado esta guerra para Paraguay, parte de su territorio también fue repartido entre Argentina y Brasil. Una nueva era comenzaba para un país en ruinas. Nuevos hombres con coraje y patriotismo, tenían la gran responsabilidad de regir el destino del Paraguay.

María Victoria Benítez Martinez

Historia y Civilizaciones –

Université de Paris – France. UH