LOS NOVENARIOS y ALTARES- TRADICION PARAGUAYA, PERDIDA EN EL TIEMPO…


Las generaciones pasadas, quiénes vivimos, la rica tradición de Paraguayidad, desde nuestros hogares,de la casa grande, del rancho humilde, todo el reverente respeto a nuestra religiosidad, a lo profano de nuestra, historia naciónal.
Se abrieron las puertas de la casa, las amplias ventanas, se apagaron las radios se taparon los espejos en paños negros.
La mesa en la sala estaba, cubierta con el mejor mantel blanco , Cristo crucificado, yacía en la mesa y los cirios encendidos, en altos candelabros, estaban en derredor del cuerpo de alguna anciana, tía o abuela, padre o familiar, vestián hábitos blancos de su mortaja, esperando que el cajonero, del pueblo terminé la confección de su ataúd, dejó de los memoriales y de los planes de sepelio de hoy. mientras flores del Jazmínes, de muerto, Cómo se lo conocia inundaba el ambiente, que todo se tornaba negro.
La muerte en Paraguay, fue siempre un ritual seguido , despavoridos llantos, de mujeres de negras vestiduras, con mantones, llantos, silencios profundos de tristeza que por varios días y meses, perduraría en en la casa grande.
Eran laudes y oraciones, rosarios, interminables cánticos, de dolor, toda una ceremonia, respetuosa que perdimos con el tiempo.
La muerte de un familiar, siempre fue consistorio un conclave, una reunión de la parentela, qué años no se veían, en dolorosa circunstancias qué se vio vivir, y no faltaban ya las peleas si hubiera alguna herencia que cuestionar, unas vacas que vender o una tierra que divididir.
Luego del Sepelio, se volvía la casa grande, en una pequeña mesa, el Cristo crucificado, una vela, con un pequeño paño negro, en señal de duelo empezaba el ñemboe, ñandeyara pe guara, un vaso de agua que siempre acompañaba, debajo de la mesa o debajo del cajón, que era simplemente señal del según las explicaciones, del sacerdote, pero en la creencia de nuestra gente, el difunto bebía el agua, Aún si muriera sediento.
Los novenarios , empezaban al día siguiente del entierro y seguian por 9 días, cada atardecer, antes de la entrada del sol, maximo 17 y 30 verano y 17 hs en invierno, rezaba rosario y recitaba oraciones especiales, para esos días encuentro, recordación dolor y llanto.
El altar podía, ser colocado al principio, o tres días antes del término, con 9 escalones, Si fuera casado ,7 si era soltero, seguido de una cinta negra debajo de los candelabros, velas encendidas, todas durante el rezo y al terminar todas eran apagadas,apenas la del crucificado quedaba encendida, los 9 escalones se referían a los 9 meses, qué los vio nacer igual a los nudos , que se daban ,en el coro’o o, cordón que se ponía la cintura, del difunto, y se daban 9 nudos el mismo, significado del altar, lo hacía debiera asistir los 9 días rezo y al término rezar, un padre nuestro, al igual que quién empezaba la novena no pudiera faltar era creencia. Novenario se realizan después, a los 6 meses a los 1 años, un año 6 meses y 2 años. que se va a cumplir según los ritos.
Cada día eran, servida una abundante merienda, chocolates y galletitas, caramelos tortas y otros, al final eran degustado, un caruguazu, o un asado a la estaca, o so’o huu, chipas no podía faltar, o algunas comidas especiales, que fuera de preferencia, del difunto.
El Ñeemvoe yva, persona que dirigía el Rosario, todos los días, debiera estar presente, sin faltar, al término se le era llamado, en privado donde la familia, obsequiaba, regalos y un sobre conteniendo, dinero, por sus servicios qué no eran apreciados, o estipulado, hoy días es diferentes, muchos quienes rezan, ya tienen una tarifa, y lo encaran como un trabajo ya no como un servicio social a la comunidad, católica. Las abuelas decía, qué quién cobraba, un precio estipulado , el rezo no le valía el difunto y a la larga del tiempo quién lo hacía Era castigado por el universo. Era un sacrilegio, llamado simonía.
El altar debiera ser sencillo, apenas con flores o crotos verdes, la cinta negra y el crucificado, hoy día por la modernidad se tienen los implementos más sofisticados y modernos según el bolsillo de los familiares del difunto.
También en tiempos antiguos, desde la colonia hasta los años de 1920 según el Doctor Carlos zubizarreta, en las memorias recuerda a las lloronas o planideras quiénes eran mujeres, que lloraban pagadas, en los entierros, era una profesión del entonces.
Las familias tradicionales y de la élite colonial y hasta una Asunción, de mediados de 1940 tenían la costumbre, de enviar una tarjeta de, invitación a la familia, comunicándole el fallecimiento, de su familiar y aquel, dicho popular, que dice, Angante che hente mano ne, hei oñemoseeakue, velorio hagui, es alusivo las tarjetas, de invitación, principalmente en principios, del siglo costumbre primaz en las familias pudientes.
El ñeeboeyva, quién dirigida al rosario, con oraciones especiales y al final se oían. Julio Jara Cabral