El hombre que vivía en Argentina con sus tres “esposas” y 35 hijos

El diario Primera Edición de Posadas, Argentina, publicó hace 20 años la historia de Juan Alberto ‘Cambá’ Rojas, nacido en San Carlos (Corrientes), quien para entonces vivía en el Paraje Siete Estrellas de San Pedro con las mujeres, hermanas entre sí, y la mayoría de su descendencia en común.

Informe completo publicado el 1 de junio de 1997 bajo el título “Lo que abunda no daña”
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El Paraje Siete Estrellas está ubicado a unos 22 kilómetros de la zona urbana de San Pedro. En una chacra donde hay criaderos de cerdos, gallinas, con potreros y huertas, viven Juan “Cambá” Rojas, sus tres mujeres (hermanas entre sí) Ana, Erica y Luisa Drecheris, con unos 18 de los 35 hijos que tienen en común con Rojas.

En realidad, el hombre de 59 años tuvo una primera mujer con la que engendró seis hijos y después se casó con la mayor de las hermanas Drecheris, por lo que en realidad tiene 41 hijos en total, todos con vida y reconocidos.

Cuando los cronistas de este Diario llegaron a la chacra de “Cambá” Rojas, sólo estaban dos de sus mujeres, Erica (“Nena”) y Luisa. La tercera se encuentra en Buenos Aires asistiendo a una de sus hijas, que está por ser operada de los ojos.

Tampoco estaba don Rojas, ya que generalmente durante la semana se instala en un campamento dentro del monte conocido como “Las Minas” -a unos 15 kilómetros de Siete Estrellas- con algunos de sus hijos para realizar desmontes.

Hasta allí se trasladó PRIMERA EDICION para entrevistarlo. Es un camino inhóspito y en el que los últimos tres kilómetros para llegar al campamento hay que hacerlos a pie, sorteando barro y malezas, es imposible entrar con auto.

“Cambá” Rojas es un personaje muy conocido en la zona. Delgado, moreno y simpático, responde con soltura sobre la particularidad de su vida compartida con tres hermanas,
rubias, fuertes, descendientes de alemanes y entre las cuales no hay celos, roces ni cuestiones posesivas.

“Lo que abunda no daña”, sintetiza “Cambá” Rojas a la hora de explicar su historia.

“Yo me casé a los 19 años con la ‘mayora’ de las hermanas (Ana Frida, 58 años). Teníamos tres hijos, de golpe murió el padre de ellas y se encontraron solas con la madre. Me ocupé de ellas, prácticamente estaban huérfanas. Vinieron a vivir a la casa de la hermana (su primera mujer) y después cuando fueron creciendo se dio naturalmente la convivencia conmigo, ahí entraron en un acuerdo entre ellas de vivir todas juntas conmigo. Seguramente me habrán encontrado capaz. Todo se dio naturalmente”, insiste convencido.

Don Rojas. ¿Usted se acuerda realmente de cuántos hijos tiene?
Si no hago mal las cuentas creo que tengo 35 hijos con las tres hermanas; pero ya antes, siendo más jovencito tuve seis con otra mujer, todos llevan mi apellido y ahí andan por todo el país. Algunos en Beriso, La Plata, Entre Ríos y acá en Misiones. No me acuerdo bien la edad de todos, pero sí sé que el mayor tiene 39 y la menor dos años.
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¿Cómo hace para mantener tres mujeres y en algún momento tantos hijos juntos?
Como usted me ve ahora, trabajando. Ustedes habrán sentido en su propio cuero cuántos kilómetros hay que hacer para llegar hasta acá donde estoy haciendo desmontes para poder producir. Así fue siempre, no estoy robando, ni explotando a la gente. Trabajo en la plantación de maíz, porotos, mandiocas y en la casa criamos chanchos, vacas y gallinas. Acá no hay otra cosa para explotar, no hay oro, ni plata.

¿Toda su vida fue un hombre de trabajo?
Absolutamente. Gracias a Dios no tengo ni un proceso, ni una contravención en la Policía. Mi conducta es Iimpia y clara. En cualquier lugar de la Argentina puedo ir con la frente limpia. Nunca hice mal, al contrario, lo único que hice fue poblar este país. En toda la provincia usted puede preguntar por “Cambá” Rojas y nadie le va a hablar mal de mí, siempre tuve una conducta intachable.

¿Conoce otros casos como el suyo de un solo hombre viviendo con tantas mujeres?
No, creo que no hay, al contrario, los que conozco tienen cinco, seis hijos y los abandonan tanto a la mujer como a los hijos. Yo hasta ahora no abandoné a ningún hijo. Usted habrá visto en mi casa que todos están bien alimentados, son sanos y robustos y las señoras están contentas. Casa y comida no les falta porque yo ocupo mi tiempo en el trabajo, a mí no me van a ver por ahí jugando o tomando tragos. Vivo para darle un buen futuro a mi familia, y no me va tan mal, usted ya habrá visto…

¿Cómo es la vida cotidiana con sus mujeres? ¿No hay celos entre ellas?
La vida es normal, a lo mejor se ponen celosas, sólo que a mí no me dicen nada. Nunca me pegaron (risas), convivimos entre todos sin problemas.

Usted debe ser un hombre fuerte para complacer a tantas mujeres, ¿no?
Por lo menos cuando me baño (risas). No, en serio, nunca hubo problemas de celos o posesiones, gracias a Dios, o si no imagínese lo que sería de mí.

¿Cuál es el secreto para tener tanta energía?
Yo pienso que viene por naturaleza, porque somos cinco hermanos varones y los otros viven con una sola mujer. Es una cosa natural porque le puedo asegurar que acá no hay nada artificial.
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¿Usted las quiere a las tres por igual?
Sí … Desde la más vieja hasta la más nueva porque conviven bien conmigo. Se portan bien, me atienden y sobre todo cuidan a mis hijos sin ninguna clase de distinción.

¿Qué pasaría si alguna de sus hijas continuara el camino de las madres, si algún hombre decidiera vivir con tres de ellas? ¿Cómo le caería a usted?
Muy mal, no me parecería nada bien…

Pero usted lo hizo…
Fue un caso excepcional. En ese momento las hermanas se quedaron sin padre y sin protección y vieron que yo podía ser capaz de cuidarlas. No es éste el caso. Aunque el poder es un querer y el querer es un poder. Yo entiendo que esto viene de lo alto, se da una sola vez y como algo especial. En todo caso tendría que morir yo para que se dé otro caso semejante. Mientras yo viva, siempre las voy a proteger.

Si usted pudiera remontarse en el tiempo y elegir esta vida, ¿la volvería a tener?
Sí, toda la vida elegiría esto. Se dio así y no estoy arrepentido. A algunos les molesta, a mis hermanos por ejemplo, pero la verdad es ésta, ¿para qué lo voy a ocultar?

“Prácticamente nos criamos con él”
Nacidas en Campo Grande, Ana Frida, de 58 años, Erica, de 47, y Luisa Drecheris, de 43, tienen 14, 11 y 10 hijos respectivamente con Juan “Cambá” Rojas. Todos viven en una chacra grande donde crían animales y tienen huertas.

Los chicos mayores estudian en la Escuela de la Familia Agraria (EFA) que queda a 18 kilómetros de Paraje Siete Estrellas de San Pedro, los más chicos en la 700 del Plan Social Educativo, a pocos kilómetros de la chacra.

En el momento de la entrevista con PRIMERA EDICION, no estaban todos los chicos que viven con ellos; algunos se encontraban en el monte, dos en la EFA y una de las nenas con la madre en Buenos Aires, a punto de ser intervenida quirúrgicamente de los ojos.
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A las mujeres, Luisa y Erica (“Nena”), se las ve contentas con esta forma de vida. Rodeadas de sus hijos y dos nietas -una de las hijas de Luisa, Juana de 20 años, está casada y vive con su marido (24) y sus hijas, Vanesa (ocho meses) y Paola (2 años) en la misma chacra de sus padres- comparten la misma vivienda, alimentos,
trabajo, alegrías, tristezas y por supuesto el mismo marido, armónicamente según lo que se ve y teniendo en cuenta la cantidad de años (casi 25) que están todos juntos.

Igual que “Cambá” Rojas, relatan con absoluta naturalidad su estilo de vida. “Hace casi ocho años que vivimos acá porque hay más trabajo que en Campo Grande. Vinimos
de a poco, en un camión primero y en otro .después. Las tres compartimos la casa con don Rojas y nos llevamos bien en la convivencia. Prácticamente nos criamos con él, murió mi papá y él se hizo cargo de nosotras. Todos los chicos están documentados y tienen el apellido Rojas.

Cuentan que -y así se los ve- los chicos “son todos sanitos, andan descalzos y no se enferman, ellos juegan en la lluvia y no tienen problemas. Pero, igual, cuando se enferman los llevamos al Hospital de Campo Grande porque en el de San Pedro nunca hay nada. Están todos vacunados, nunca dejamos pasar mucho tiempo con eso porque a los chicos hay que cuidarlos” .

Señalan que vinieron al paraje que ocupan actualmente para plantar yerba. “Tenemos una chacra de unas cuantas hectáreas allá (en Campo Grande) también; en estas tierras estamos con permisos de ocupación. Nadie nos da ningún tipo de ayuda por familia numerosa; nos arreglamos con nuestro ‘mustio’ nomás”.

Los tuyos, los míos, los nuestros
Al preguntarles si van a seguir teniendo hijos, Luisa y Erica responden: “No sabemos, capaz que paramos ya, todo depende de Dios, y de don Rojas, por supuesto”, dicen riéndose de su propia ocurrencia.

“Él es un hombre fuerte, el año pasado le agarró un derrame y anduvo mal sobre todo porque en el Hospital tardaron en atenderlo, ahora anda un poco flaco, pero en general
él suele andar bien, es un hombre fuerte a pesar de sus años”, repiten.
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