CURUGUATY :Denuncian a policía violador

Una joven de 16 años denunció haber sido víctima de una violación a manos de un suboficial del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía, ante la cómplice inacción de sus colegas. “Le jugaron todo”, afirma su hermana. Relato de horas de terror.
Luego de ser abusada, la joven fue obligada a dar varias vueltas por el centro de Curuguaty a bordo del automóvil del supuesto violador. / Archivo, ABC
ABUSO SEXUAL CURUGUATY VIOLACIÓN
María* salió de su casa en Curuguaty alrededor de las 22:00 del miércoles 30 de diciembre. Iba en compañía de su novio, a bordo de un automóvil y tenían como objetivo buscar la motocicleta de la joven que había quedado en un surtidor ubicado sobre la avenida Eusebio Ayala de esa ciudad del departamento de Canindeyú.
Lo que la joven no sabía es que le esperaban horas de terror. “Le jugaron todo”, afirmó la hermana mayor de la joven, internada en una de las salas del Hospital Regional de Curuguaty como consecuencia de la traumática noche que sufrió hace algunos días.
Una vez que bajó del automóvil de su novio en la estación de servicios del emblema Barcos y Rodados, se encontró con un hombre al que luego identificarían como el suboficial Heriberto Cabral Cabrera, un efectivo asignado al Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía que debería cumplir en Salto del Guairá. El efectivo se encontraba junto a un grupo de amigos y enseguida se acercó a la joven.
“Nos invitaron cerveza y nosotros le rechazamos”, relató la víctima. Cabral Cabrera no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta y siguió insistiendo. El suboficial compró varias cervezas Miller y a la fuerza, se las habría dado de beber a la joven que no se percató que la bebida estaba mezclada con alguna droga que debía dormirla.
– “Toca un poco mi cintura”, le habría ordenado Cabral Cabrera a María mientras la apretaba contra su automóvil. La joven cumplió y sintió el arma de fuego del suboficial. “Si no tomás este, listo ya”, le dijo enseguida.
María no tuvo otra opción más que acceder a lo que le estaba exigiendo el suboficial, que en ningún momento probaba sorbo alguno de la cerveza que tanto quería dar de beber a la joven. Miró a su alrededor y notó que no había nadie que la defendiera; los guardias de seguridad estaban lejos y, si bien miraban, parecían no percatarse de lo que estaba ocurriendo.
En algún momento, tres agentes de la comisaría de Curuguaty llegaron hasta el lugar. Al percatarse de eso, el suboficial dejó su pistola en el interior de su automóvil y se acercó a saludar a sus colegas. Entre palmadas y risas, adelantó: “Enseguida le voy a llevar a aquella”.
El tiempo pasaba y María seguía bajo poder de Cabral Cabrera, que le seguía obligando a ingerir las cervezas. Ella ya se sentía atontada. Su novio intentó hacer algo, por lo que fue amenazado, obligando a que los guardias volvieran a llamar a los agentes que habían pasado por allí antes.
– “¿Todavía no le llevaste?”, le preguntaron.
– “No te apures”, trató de tranquilizarlos Cabral Cabrera.
El suboficial habría tomado del cabello a María y la supuestamente la subió a su automóvil con tal brutalidad que casi cerró la puerta por uno de sus brazos. La joven había consumido ya bastante droga mezclada con la cerveza, pero presuntamente consiguió percatarse de que la patrullera los siguió hasta cierto punto en el que Cabral Cabrera habría hecho algunos gestos y para supuestamente dirigirse hacia una zona oscura del barrio Fátima, los agentes de la comisaría local tomaron otro camino.
“En el auto me jugó todo”, cuenta María. El suboficial la habría obligado a desnudarse y utilizando un cuchillo supuestamente le produjo varios cortes en su cuerpo y hasta habría usado su arma de fuego para someterla. La joven consiguió bajarse del auto, llorando y Cabral Cabrera le habría dicho que se callara.
Durante varias horas, y luego de haber abusado de ella, el suboficial la habría mantenido en su automóvil, dando varias vueltas por el centro de Curuguaty. Llegó a pasar dos veces frente a la comisaría local. Nadie vio nada, nadie hizo ademán de ayudar a la joven.
Sin saber qué hacer, Cabral Cabrera la llevó nuevamente a la estación de servicios, donde habría alzado a un compinche. El hombre abrió la puerta del lado en el que se encontraba María, desnuda y sangrando. Unos jóvenes que se encontraban en el surtidor intentaron observar lo que pasaba, pero el suboficial a los gritos habría ordenado a su amigo que cerrara la puerta si no quería que le disparara.
En algún momento, cansada, mareada por la droga que le habían dado y a punto de desangrarse, María se quedó dormida brevemente. En ese instante sintió un fuerte golpe en la cara y escuchó cómo le ordenaban que no se quedara dormida.
El amigo de Cabral Cabrera le habría pedido en algún momento que llevaran a María al hospital, viendo que la joven estaba a punto de desangrarse. Asustado, comenzó a llorar.
– “¿Por qué lloras? Ésta es una porquería, por qué vas a sentirle”, le habría espetado el suboficial.
Tomando una de las pistolas del suboficial, el otro hombre le habría obligado a llevar a la joven hasta el hospital. La dejaron en la calle y una vez que se bajó, la habrían vuelto a perseguir.
El personal del hospital dio aviso a la comisaría local. La denuncia fue radicada por la joven y uno de sus hermanos. El suboficial sindicado como el supuesto autor se encuentra prófugo.
* Nombre ficticio para proteger la identidad de la joven
ABC