“Un diagnóstico de VIH hoy ya no es sinónimo de muerte sino de cambio de vida”, dice paciente

El apoyo y contención son clave para el proceso de un diagnóstico positivo. Foto: Ilustrativa
El apoyo y contención son clave para el proceso de un diagnóstico positivo. Foto: Ilustrativa

Con un buen tratamiento y la adherencia a este la realidad puede ser distinta porque hasta se puede lograr una mejor calidad de vida, asegura Aurora que 20 años atrás recibió la noticia y desde entonces cambió su vida, para bien. Hoy, ella presta ese servicio de contención y apoyo que no recibió y siente satisfacción al ver que los pacientes salen adelante.

Veinte años atrás, recibir un diagnóstico de VIH era sinónimo de muerte, no había tratamiento específico ni médicos especializados, no había contención y la gente tomaba su resultado, iba a su casa y si se enteraban en el entorno empezaba el aislamiento y esa era una condena segura a muerte.

Sin embargo, pese al tiempo y los avances en cuanto a medicación y sobrevida, la gente sigue pensando: “Me voy a morir”, cuando recibe un diagnóstico positivo.

Con un buen tratamiento y la adherencia a este la realidad puede ser distinta porque hasta se puede lograr una mejor calidad de vida, asegura Aurora que 20 años atrás recibió la noticia y desde entonces cambió su vida, para bien.

“Se puede tener incluso una mejor calidad de vida que una persona que no tiene un diagnóstico de VIH porque al detectarse hay que seguir una rutina diaria, con un buen tratamiento, una buena alimentación, cuidas qué comes, cuidas tu descanso, tomas la medicación a hora, te haces los análisis de rutina y no hay un límite de cuándo te vas a morir, al contrario, vivís mucho más años con todos los cuidados que llevamos cada día”, destaca la mujer.

Tampoco existen limitaciones para los proyectos de vida que cada persona se trazó, el secreto es el cuidado y las ganas que le ponga cada persona.

Aurora a sus 57 años se mantiene vital y con muchas ganas de seguir ayudando a las personas como lo viene haciendo desde que le detectaron VIH, se convirtió en consejera y ofrece eso que ella no recibió cuando supo la noticia.

“Antes no había personas preparadas para ayudar, el país no estaba preparado para enfrentar la situación, no había consejeros ni apoyo, te entregaban el resultado y te ibas a tu casa a ver qué pasaba y fue a raíz de eso que no quería que otras personas vivan lo mismo que yo. Por eso me capacité, me preparé y como tengo el don de servicio para hablar y escuchar eso lo que hago, les transmito el lado positivo de esto, de que se puede superar y mostrarles cómo estoy hoy después de lo que pasé”, señala.

Hoy, la realidad es diferente, admite ya que existe un tratamiento sostenido desde hace más de una década, hay personas que saben contener y acompañan el proceso y la persona no atraviesa sola el proceso.

“Hoy es poner de tu parte y seguir adelante con un buen tratamiento y seguimiento”, agrega.

Aurora valora los años de infancia en los que creció detrás de su padre ayudando a los demás, cuando un vecino estaba enfermo o con las actividades para recaudar fondos por alguna causa, ella estaba allí aprendiendo y hoy se siente “fascinada” con lo que hace y es impagable, según sus palabras, el recibir el agradecimiento de personas que la estaban pasando mal y encontraron en ella un apoyo.

“La mejor parte es cuando se me acerca una persona y hasta la encuentro irreconocible de lo bien que está y me cuenta que le sirvió el habernos conocido y saber que salió adelante”, afirma.

La mujer enviudó tiempo atrás, tiene tres hijos de 36, 30 y 22 y una pareja hace más de 10 años que no vive con VIH, su familia maneja su diagnóstico y agradece que solo en dos ocasiones haya pasado por cuestionamientos de personas que supieron su estado e intentaron discriminarla. Enfrentar eso también aprendió en todos estos años y hoy se siente preparada para decir ‘sí, tengo VIH’.

Desde su experiencia, Aurora recomienda que todas las personas se realicen la prueba porque nadie está exento, sean jóvenes o adultas y recalca que lo importancia es iniciar un tratamiento a tiempo y hacer el seguimiento.

“Si estoy bien de salud y me hago el test y da positivo, se inicia el tratamiento con medicación que lo que hace es frenar la replicación del virus en el cuerpo, se mantiene la carga viral y no se deteriora el organismo y así se previenen muchas complicaciones y esto no te limita a ser madre, casarte, vivir tu sexualidad siempre y cuando exista esa detección a tiempo y un buen tratamiento. Esto no es sinónimo de muerte, es sinónimo de cambio de vida”, puntualizó.

Desde el primer diagnóstico de infección por VIH en Paraguay en el año 1985 hasta 2018 se dieron 19.811 diagnósticos positivos y en el mismo periodo se registraron 4853 muertes. Solo el año pasado fallecieron 192 personas, 72% eran hombres.

De enero a diciembre de 2018 fueron diagnosticados 1.564 casos de infección por VIH y 434 de Sida, según datos de Programa Nacional de Control de VIH/Sida (Pronasida).

Dónde hacerse la prueba y en qué consiste el tratamiento

Cuando una persona decide realizarse el test tiene las opciones desde las Unidades de Salud Familiar (USF), centros de salud u hospitales regionales o materno-infantil. Como establece la ley, en todos estos servicios realizarse el test no tiene un costo, es gratuito, y no se necesita una orden médica.

También se realizan las pruebas en sanatorios o centros de salud privados, donde suele ser a partir de una orden médica y donde sí existen tarifas que varían en cada lugar.

En otros países existe el auto-test, que se compra en una farmacia y la persona se hace la prueba en la casa. Esta prueba no está disponible en Paraguay.

Una vez detectado el VIH, el tratamiento combina la consulta con un médico infectólogo y el consumo de una pastilla al día de antirretroviral que es el medicamento que hacer retroceder y suprimir el virus del organismo.

El profesional realiza estudios para identificar el estado de salud, y se agendan visitas mensuales que luego se van espaciando hasta convertirse en trimestrales.

José Escobar, consejero de la Fundación Vencer destacó que con un diagnóstico temprano se puede lograr niveles indetectables en un tiempo tan corto como tres a seis meses pero esto depende no solamente de seguir correctamente el tratamiento sino de cada organismo.