La crisis de Brasil asusta a banqueros y elimina empleos

La crisis en Brasil no terminó y los expertos creen que las cosas empeorarán en términos de producción, inflación y desempleo.
En los polos industriales deteriorados y llenos de smog que rodean el extremo sur de San Pablo, la próxima gran crisis está echando raíces.
El mercado de trabajo, durante largo tiempo el único punto óptimo económico cuando el crecimiento se estancó, experimenta de golpe un rápido deterioro, empujando el desempleo desde un mínimo récord de 4,3% a fines de 2014 hasta un 7,6%.
En ningún otro lugar los despidos están alimentando tanto ese aumento como aquí, en este decidido complejo de fábricas de acero, automóviles y autopartes construido décadas atrás por empresas como Ford Motor Co. y Volkswagen San Pablo ahora está perdiendo casi 20.000 empleos cada mes, estima la federación industrial del estado, según publicó EconomíaHoy.mx.
Hablando en privado con los banqueros más importantes de Brasil, casi todos señalan el desempleo como una preocupación crucial. Por empezar, es la base de la insatisfacción nacional que promueve los pedidos de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff y está creando una parálisis a nivel de política en Brasilia, la ciudad capital.
Más importante aún, en un país que ha basado su modelo de crecimiento en los últimos años en un auge del gasto en consumo impulsado por el crédito, amenaza con ahondar la recesión que ya es la peor desde 1990- y dejar a la vez a millones de brasileños luchando por pagar sus préstamos. Esta es la situación en que se encuentra Rossini Santos.
Santos, un trabajador siderúrgico de 43 años, que se había endeudado para financiar su nuevo estilo de vida de clase media. Primero, fue una hipoteca por US$ 80.000 en 2009 para comprar una casa pequeña de una planta cerca de la fábrica donde trabajaba. Luego, a comienzos de 2014, fue un préstamo por US$ 17.000 para comprar un Chevrolet Prizm.
A los pocos meses, sin embargo, comenzaron a surgir problemas cuando su empleador, fabricante de moldes para autopartes, se presentó en quiebra. La compañía siguió funcionando pero a los tumbos, y en agosto, Santos fue despedido junto con docenas de otros trabajadores. Ahora recibe 1.380 reales (US$ 360) mensuales por el seguro de desempleo, un tercio de su salario de trabajador siderúrgico.LA NACION