“Parecen chilenos”

Pablo Alfredo Herken Krauer, analista de la economía, email: [email protected]

“Parecen chilenos”, mi dijo un colega del exterior, con una inocultable pero sana envidia. “Parecen chilenos”, repitió una y otra vez. Me encantó escucharlo. Y hasta abusé de que lo repitiera. Es que hacía mucho tiempo que no me sentía tan orgullosamente paraguayo. ¿El por qué? Hay una historia.

El jueves 16 de agosto pasado asumía como nuevo ministro de Hacienda –el segundo funcionario con más poder en el país– el muy respetado y estimado Benigno López. Mejor elección imposible. Profesional de alto prestigio y persona de mucho valor. En el local de Hacienda el flamante ministro habló con emoción y razón. Lo acompañaban la ministra saliente Lea Giménez y su equipo, y la casi totalidad de sus ex colegas que desde el 2003 han sumado para construir y ejecutar en Paraguay la política pública del continuo manejo responsable de las finanzas del Estado. Se destacaban los que habían sido también ministros de Hacienda del gobierno saliente: Germán Rojas y Santiago Peña. Para mí, un momento histórico. Memorable. Nunca antes ocurrió algo igual. Se producía un cambio de guardia de manera civilizada. Los que se iban deseando todo lo mejor a los que llegaban. Y estos agradeciendo la buena herencia económica recibida, de manera muy generosa, haciendo público el compromiso de mejorarla, para estar a la altura del desafío de entregar al futuro gobierno en el 2023 una herencia económica mejor. Se cumplía así la primera lección de la escuela alemana de economía para progresar: “Pablo, el que se va debe ser bueno, y el que llega debe ser siempre mejor”. El secreto de la continuidad. El paraguayo no encuentra ese secreto. Nuestro infortunio.

Desde la escuela que abriera Dionisio Borda en agosto del 2003 han pasado ya 15 años de continuidad y estabilidad. Si fuéramos Alemania diría misión cumplida. Pero estamos en Paraguay. Y el paraguayo no valoriza los logros de su país, no los destaca. Al contrario, desvaloriza todo. Nuestro infortunio. El Paraguay no es el país que queremos, porque no queremos a Paraguay.

Aun así la victoria institucional de 15 años en Hacienda se convierte en la más importante de toda nuestra historia. Solo comparable con esa década que tuvo el sello de Eligio Ayala (1920-1930). Lo dijo Benigno: “No puedo bajar el nivel, bajar la vara”. Y también destacó “la brillante gestión” de Carlos Fernández Valdovinos y su gente del BCP. Paraguayos hablando bien de otros paraguayos en un cambio de gobierno. ¡No! ¡Imposible! Si el paraguayo cuando critica lo hace de manera destructiva, nunca constructiva. Nuestro infortunio.

De la página web de Hacienda bajé el discurso de Benigno en formato PDF y lo envié al exterior como si tuviera una ametralladora. Mis contactos no lo creyeron verdad. A pocos pude convencer de que no los estaba engañando. Pero llegó el lunes 1 de octubre y el amigo José Cantero Sienra asumió como jefe del Banco Central del Paraguay (BCP), en presencia de nuestro presidente Mario Abdo Benítez, y dijo: “Paraguay es un país construido sobre roca firme. Esta roca representa el cimiento de nuestra economía”.

Un Cantero más fanático que Fernández Valdovinos. En el buen sentido. Muy pocos aplaudieron a Cantero. Igual sucedió con el anterior titular del BCP. Es que no está ni queda bien hablar bien de la roca. Da más fama y popularidad tirar piedras. Los paraguayos son expertos en el arte de tirar piedras contra todo lo que está bien. Nuestro infortunio. Volví a la carga y envié el discurso fuera de nuestras fronteras. Hubo un tiempo de silencio. Y después llegaron los aplausos. Y fue un colega argentino el que me descolocó: “Pablo, ustedes ya parecen chilenos”. País en el que van y vienen los gobiernos y se mantiene la misma dirección económica. Y la casa económica se entrega lo más ordenada posible. Y de manera civilizada. “Como en Paraguay”, deseo y espero se diga también en el exterior. Me pone orgulloso. A una minoría. Miro hacia arriba y ahí esta Paraguay –ver cuadro anexo– en el ranking de crecimiento económico 2018 de la CEPAL. Lo mío es casi automático. Mirar hacia arriba. Lo del paraguayo también es casi automático: mirar hacia abajo. Da por seguro que su país, su economía, está así, bajo, abajo, bajando. No es cierto que el infortunio se haya enamorado del Paraguay. Los paraguayos se enamoraron del infortunio. Duele decirlo pero hay que decirlo. LN