La desinformación y la mentira son las armas más poderosas de la masonería

Desde el año 1738 todo católico que se inicia en la masonería queda excomulgado (Bula In Eminenti, Papa Clemente XII). Esta condena nunca ha sido levantada por ningún pontífice hasta nuestros días, al contrario, varios Papas han ratificado esa excomunión en sus respectivos pontificados.

En el año 1983, la masonería lanzó la desinformación de que la Iglesia había levantado la excomunión, por esa razón la Congregación para la Doctrina de la Fe escribió una declaración doctrinal sobre la incompatibilidad de la fe cristiana y la masonería (Quaesitum Est).

En este documento la Iglesia ratifica la excomunión a los católicos masones: “Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden recibir la Santa Comunión”.

La masonería paraguaya con su habilidad para desinformar afirma que solo los obispos paraguayos no les aceptan, sin embargo, esta declaración que proviene de la Congregación más importante de Roma en materia doctrinal dice, que ninguna autoridad eclesial local tiene competencia en impartir un juicio sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas que implicase una derogación de lo que se ha decidido. En palabras sencillas, ningún obispo en el mundo tiene poder para derogar esta condena que pesa sobre la masonería, solo el obispo de Roma, el Papa.

Hasta hoy día, ningún Papa ha derogado esta excomunión; y si hubiese un Papa masón como también dicen los masones, por lógica ese Papa hubiese levantado la pena tan dura contra la masonería. La intención de la Iglesia es que los católicos que se han iniciado en la masonería conozcan el error grave que significa pertenecer a dicha asociación y vuelvan al seno de la Iglesia de Cristo.

La desinformación y la mentira, armas poderosas de la masonería, han logrado captar muchos católicos, pocos instruidos en materia religiosa, y ha logrado copar los tres poderes del Estado, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, en un país de mayoría católica. Los masones son los administradores del Estado, solo en el parlamento existen 25 masones, en el Poder Judicial hace tiempo que son quienes imparten “justicia”, en el Poder Ejecutivo tenemos varios ministros y el presidente de la República está rodeado de masones quienes marcan la hoja de ruta.

A veces el común de los profanos (así llaman los masones a quienes no pertenecemos a su asociación) se pregunta por qué nuestro querido país está tan mal y mi respuesta es: porque el laicismo y el relativismo implantado por la masonería está logrando expulsar al Dios de los cristianos de la vida pública y reina el dios deísta de la masonería, el arquitecto del universo.

Si fuese verdad la propaganda masónica, de que, en el seno de dicha asociación se forman los más grandes hombres de la historia, nuestro país no sería uno de los países más corruptos de Latinoamérica, no habría tanta corrupción en las oficinas públicas, ni tendríamos tantas licitaciones amañadas.

La masonería paraguaya se jacta diciendo que muchos presidentes han sido masones, y eso sí es verdad, todos los primeros presidentes paraguayos después de la Guerra de la Triple Alianza, de 1870 a 1936, fueron masones (excepto José P. Guggiari). Ellos fueron quienes han pactado con el enemigo de nuestro pueblo, sobre el cadáver de nuestros compatriotas, todo por las ansias de poder que siempre les han caracterizado a los miembros de esta asociación secreta.

Termino con la advertencia que hizo el Papa León XIII, refiriéndose a la masonería: “exhortad a los padres, a los directores espirituales, a los párrocos para que insistan, al enseñar la doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos, de la perversidad de estas sociedades, y que aprendan pronto a precaverse de las fraudulentas y variadas artimañas que suelen emplear sus propagadores para enredar a los hombres” (Humanum Genus).

* Laico. Ex coordinador nacional de la Renovación Carismática Católica. Ex secretario ejecutivo de laicos de la CEP. Conferencista internacional.

LANACION.COM.PY