Por: Ángelo Palacios
Como seres humanos tenemos una necesidad innata, esta se halla en nuestro ADN y no hace diferenciación de razas, creencias, edad o lo que fuere. Es una necesidad que prácticamente mueve al mundo y nuestras actividades. Se trata de la necesidad de ser queridos y aceptados. Todas nuestras actividades (individuales, familiares, académicas, laborales, sean del tipo que fueren) aunque no seamos conscientes, tienen esta motivación escondida subyacente. Nuestros lectores pueden pensar un momento en sus propias actividades, en su agenda de cada semana y si tienen la gracia de auto-entenderse comprenderán que inconscientemente esto es lo que más nos mueve.
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En su clásica teoría de 1943 conocida como la Teoría de la Motivación Humana, el psicólogo Abraham Maslow coloca a esta necesidad recién en el tercer nivel. En mi opinión y experiencia en este ámbito de asesoramiento financiero familiar, considero que realmente están al mismo nivel que las necesidades básicas. En 1940 René Spitz, psicoanalista austriaco realizó un histórico estudio en el que concluyeron que aquellos niños a quienes no se les hablaba en un orfanato tenían una más alta tasa de mortalidad temprana versus aquellos que recibían el don de la palabra, “alguien que les hable”. Un estudio similar para validar esta teoría fue realizado en el 2007 en un ambiente aún más científico y aún más controlado, la conclusión fue la misma.
Si una persona tiene o tuvo en su historia personal una falta importante de esta aceptación, y si a esto le sumamos el hecho que ha tenido carencias económicas importantes y, si luego esto, no fue compensada/solucionada hasta la fecha, ya sea con un nueva relación afectiva fuerte y duradera o con alguna actividad laboral en donde reciba tácitamente esta aceptación y compensación, tendrá hoy una tendencia natural a buscar compensarlo en “tener” cosas o en “darse gustos”. El problema es que para esto hace falta dinero, y normalmente esta “compensación afectiva” está normalmente por encima de su real posibilidad económica.
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En varias columnas anteriores me he referido al concepto de que la educación Financiera inicial debe empezar por casa. Y no se trata de una educación financiera donde nos enseñen a entender qué es un banco, qué es una cuenta corriente o calcular las cuotas de un préstamo. Se trata de aprender desde pequeño las 3 virtudes raíces que marcarán el comportamiento económico futuro, y a las que me referí en una anterior columna: 1) La templanza (Saber esperar), 2) El amor verdadero (Me aman por lo que soy, no por lo que tengo o hago), 3) El carácter (Saber decir que no, positivamente). Pueden leer el texto completo en: https://angelopalacios.com/2017/07/05/educacion-sexual-y-financiera-3-pilares/.
Esta educación financiera solo puede darse si, en el seno familiar en el que ha crecido, se ha sentido aceptado y querido, recibiendo las correcciones debidas de sus padres o tutores en su justo momento. Sin margen de duda, son estas virtudes las que marcarán su futuro comportamiento ante el dinero.
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Si en algunos casos esto aún no fue solucionado, y tenemos enfrente a parientes, amigos o funcionarios en situaciones de endeudamientos crónicos (no relacionados a deudas inevitables por eventos únicos de enfermedades graves o similares), es muy recomendable recurrir también a un profesional del ámbito de la psicología, adicionalmente a un asesor financiero, e idealmente, también con apoyo espiritual en su ambiente de preferencia. Pero la raíz debe ser necesariamente tratada en estos ámbitos, con el consentimiento y aceptación de la persona a quien queremos ayudar. En otras palabras debemos trabajar primero en que se deje ayudar, empezando por lograr el reconocimiento de su situación, como ocurre con el alcoholismo y otras adicciones. Primero, se debe realizar un trabajo familiar o de amistad entre quienes desean ayudar a esta persona a salir del inconveniente. Es la parte más difícil. Pero como todos los problemas, la mitad de la solución ya está hecha si logramos el reconocimiento sincero de la situación por la persona. Este es un proceso que requiere naturalmente tiempo y amor del entorno cercano, y de ahí llevarlos al acompañamiento de los profesionales. Si conocemos a alguien en esta situación de adicción debemos estar cerca de ellos rumbo a su sanación financiera definitiva. Gastar solo hasta la propia realidad económica personal es una virtud que se puede pedir y cultivar. LN
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