Cosecha de soja, el agitado mundo aparte que no deja dormir al agricultor

La leyenda urbana podría afirmar que la cosecha de soja es meter la máquina segadora y como por cosas del hechizo el grano ya está en el silo. La colecta es todo un capítulo, de movilización plena de gente y máquina, de idas y venidas, de trabajo día y noche, de reparar cosechadoras y camiones averiados en medio del ajetreo y ni bien culminada la siega las sembradoras rugen echando semillas iniciando la nueva siembra.

Para cuando esta crónica se esté redactando, en horas de la mañana,  capaz que algunos sojeros, camioneros, maquinistas estén durmiendo tras terminar a la luz de los primeros rayos del soy la cosecha en la última parcela. El recepcionista del silo, tras recibir las cargas durante toda la madrugada haría lo propio mientras el relevo sigue recibiendo granos.

Ayer, a la tarde, en la chacra de Katherine Musso, en Yhú. Apretando.

“No hay tiempo, hay que apretar en la recolección”, dice Katherine Musso, agricultora de la colonia Bella Vista, jurisdicción de Yhú, Caaguazú. “No hay tiempo ni para cocinar si todos estamos en la chacra, es cuando se compra la comida hecha de algunas vecinas que mediante eso gana su dinero”, nos dijo la sojera esta mañana tras culminar con la faena.

Entre mate y mate, mientras la claridad avanzaba tras la intensa tarea nocturna, Katherine comentó que se inicia la cosecha con todos los equipos predispuestos pero que cuando las máquinas se ponen en movimiento, el grano está en la tolva de la cosechadora ya será esta o el camión el que sufre la rotura de un brazo o un eje o que su sistema eléctrico es interrumpido o la cubierta quedó inutilizada por lo que se deberá buscar al proveedor del repuesto, al mecánico, al electricista, al gomero.

Para la máquina en pleno sojal y ya constituye una pérdida. Con una camioneta de apoyo, uno de los cosecheros a toda marcha busca el repuesto y trae al técnico que deba arreglar lo desarreglado. “Cuando estoy en casa, cocino como toda mujer con responsabilidades hogareñas, pero cuando estoy al mando de la cosechadora no tengo otra que comprar la comida hecha de la vecina. A veces traemos el almuerzo o la cena, pero cuando la cosecha exige nos quedamos en la chacra trabajando así estemos empapados de sudor”.

Todos los camiones resultan insuficientes a la hora de la cosecha de soja.

“Todo salió bien, me refiero a la calidad y cantidad de la soja. Creo que voy a llegar a unos 3.700 kilos promedio por hectárea. Todavía tengo que calcular sobre las últimas recolecciones. Todo bien. Lo que está mal es el precio, está bajo”, dijo la conocida agricultura de aquel paraje caaguaceño.

Insistió que cuando la cosecha de la soja está en su apogeo todo se moviliza en el entorno; el comerciante, el gomero, el electricista, el proveedor de combustibles y lubricantes, el mecánico, los empleados de silos, etc, “y no como dicen los izquierdistas que la soja no aporta”.

La soja tardía, dijo la entrevistada, salió muy bien y quienes han operado en el rango tardío están contentos porque la cosecha salió bien.

-¿Podrán pagar las cuentas acarreadas por el fracaso de la zafra anterior?

-Ojalá. La mayoría quedó con deudas grandes. Espero que con esta cosecha se puedan saldar la mayor parte. Para mí será ganancia que pueda pagar mis deudas, solo quien debe sabe lo que se sufre en las noches sin poder dormir pensando qué pasaría si con la siguiente zafra de nuevo no se puede pagar la deuda en el banco, en el silo en los comercios con quienes trabajamos y nos otorgan créditos. Si de esta me queda algo estaré muy feliz.  Como se dice, Dios aprieta pero no ahoga.

Cosechar la soja es movilizar a todo el personal, desde el patrón al asistente mecánico, dinámica que exige al dueño de la chacra a soltar dinero porque todo se paga, en efectivo y al instante, pagos que en su conjunto generan el flujo de dinero en todo el país. Lejos de ser lo que la leyenda urbana intenta instalar, la cosecha de soja es un colmenar donde todos trabajan intensamente. http://otraradio.online/