El club inglés fue adquirido por un fondo saudí ligado al gobierno del país, puesto en duda por sus crímenes contra los derechos humanos como el descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi en la embajada saudí en Estambul.
La presidenta de Amnistía Internacional en el Reino Unido, Sacha Deshmukh, escribió al presidente ejecutivo de la Premier, Richard Masters, pidiendo una reunión para tratar cambios en las políticas de dueños y presidentes de la competición.
“La forma en la que la Premier League ha permitido este acuerdo abre muchas preguntas sobre lavado de imagen en el deporte, derechos humanos e integridad en el fútbol inglés”, dijo Deshmukh.
“¿Cómo puede estar bien que las políticas actuales de la Premier League no digan nada sobre los derechos humanos? El fútbol es un deporte global que necesita actualizar sus reglas para evitar que aquellos implicados en violaciones de los derechos humanos puedan comprar su entrada en el fútbol inglés”, añadió.
Según explicó la Premier League, recibió “garantías judiciales” de que Arabia Saudí no controlará el club del paraguayo Miguel Almirón, por lo que pudo dar luz verde a la operación.
UN PERSONAJE LÚGUBRE
La verdad es que tras la adquisición está el polémico Mohammed Bin Salman, heredero al trono de Arabia Saudí y una de las mayores fortunas del planeta, a través del fondo de inversión ‘Public Investment Found’.
Pero no todo son alegrías tras la llegada de los petrodólares a Saint James’ Park, ya que la filgura de Bin Salman es, cuanto menos, comprometida. De hecho, se van, resaltando los aspectos más oscuros del multimillonario.
A sus 36 años, la fortuna personal de Mohammed Bin Salman y de su familia, que gobierna con mano de hierro el gigantesco país árabe, se estima en 320.000 millones de euros, lo que supone once veces la de Sheikh Mansour, el propietario del Manchester City.
Coches de lujo, castillos en Francia, los cuadros más valorados del mundo fuera de los museos (posee el ‘Salvator Mundi’ de Leonardo da Vinci, 389 millones de euros apenas…). Una vida a todo tren sin privarse de ningún capricho.
Basta señalar que Bin Salman es propietario del yate ‘Serene’, considerado el cuarto más caro de la historia y que incluso dispone de un submarino, suponemos que como protección ante un ataque pirata.
Pero no todo son luces en la vida del príncipe árabe, sino que se le implicó en primera persona en el asesinato del periodista Jamal Kashoggi, ocurrido en 2018. La inteligencia estadounidense le vinculó directamente en el crimen como inductor del plan, a pesar de que Bin Salman lo ha negado en repetidas ocasiones.
La propia viuda de Kashoggi llegó a manifestar cuando se conoció el interés de Bin Salman en hacerse con el Newcastle que “la operación arruinaría la reputación de la Premier League”. HOY