Los datos más recientes de la economía alimentan el malestar que se ha dejado entrever con Brasil en la estación suiza. El PIB cayó un 3,8% en 2015 mientras la inflación se disparó hasta el 10,7%.
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Los datos más recientes de la economía alimentan el malestar que se ha dejado entrever con Brasil en la estación suiza. El PIB cayó un 3,8% en 2015 mientras la inflación se disparó hasta el 10,7%.
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El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvía a rebajar las previsiones de la economía brasileña para este ejercicio, para el que prevé una nueva contracción del 3,5%, una crisis que tendrá reverberaciones en la región. “Es la peor crisis de Brasil en más de 70 años y coincide con problemas en otras grandes economías emergentes, como Rusia o China”, decía el profesor de Economía de Harvad y antiguo economista jefe del FMI, Jenneth Rogoff.
La conjunción de los tres principales riesgos (alta dependencia de las materias primas, elevado peso de las exportaciones a China, alta deuda empresarial en dólares) en una economía como la brasileña, crean la tormenta perfecta para una crisis profunda y duradera.
Es el ambiente al que ha debido hacer frente el ministro de Finanzas, Néstor Barbosa, en sus numerosas charlas con empresarios y banqueros para intentar despejar las dudas y animar la inversión.
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