El enigma de la consumida yerba mate

Aunque se la consume a diario, durante el invierno en el mate y en verano en el tradicional tereré, la yerba mate continúa siendo una incógnita para muchos paraguayos, que -pese a ello- la consideran emblema de su identidad.
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Ya desde su nombre científico, Ilex paraguariensis, la yerba mate hace referencia a Paraguay y se cree que su consumo en infusiones es herencia de los indígenas guaraníes asentados en esta región. De hecho, según algunas versiones, la palabra “mate” proviene del vocablo guaraní “mati”, que significa “calabaza” y hace referencia al recipiente donde se coloca la yerba para su consumo.
A pesar de la historia, una mesa repleta de macetas de yerba mate instalada esta semana en una plaza del centro de Asunción en el marco de una feria de semillas nativas llamó la atención de muchos viandantes, que preguntaban con curiosidad de qué planta se trataba. Salvador Cabrera, cultivador de yerba mate del departamento sureño de Itapúa, de donde procedían los plantines, explicó a Efe que este desconocimiento de la planta evidencia la desconexión que crece en Paraguay entre el ámbito rural y el urbano.
Comentó que muchos paraguayos, pese a que consumen mate a diario desde el amanecer, solo han visto la planta ya secada y procesada en los paquetes de yerba comprados en los supermercados, cuyo costo ronda los G. 10.000 (unos US$ 2) cada medio kilo. La cifra multiplica al precio que recibe un productor por cada kilo de yerba cosechado, que es de unos G. 1.300 (unos US$ 0,23), a pesar de que el proceso de cultivo de esta planta es tan laborioso como desconocido para los consumidores.
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Según Cabrera, la yerba mate requiere para su cultivo de una tierra ácida y arcillosa, con gran capacidad de absorción y retención de agua, por lo que crece con más facilidad en las tierras rojizas de los departamentos del centro y sur de Paraguay. Pese a ello, el país solo representa el 7% de la producción global de la planta, superado por Brasil y Argentina, y exporta anualmente unas 500 toneladas de este producto.
Cabrera, que pertenece a la organización campesina Cultiva, apostó por la industrialización de la yerba para su comercialización dentro del Mercosur, por ejemplo en países como Uruguay, que si bien es el mayor consumidor per cápita de mate del mundo, apenas produce la planta dentro de sus fronteras. El productor pidió un mayor apoyo para la industrialización en el sector de la yerba mate en Paraguay, con el fin de generar ingresos y puestos de trabajo locales, y evitar la migración de la mano de obra campesina hacia las ciudades, o hacia otros países.
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Exigió, no obstante, que esta industrialización siga siendo respetuosa con los procesos tradicionales de cultivo de la agricultura ecológica, sin uso de químicos fertilizantes o para la fumigación, y la presentó como una alternativa rentable al monocultivo de soja, algodón o girasol para pequeños productores. “Cuando un pequeño productor planta soja o algodón, acaba endeudándose, porque tiene que invertir entre tres y cuatro millones de guaraníes (entre 500 y 700 dólares) en maquinaria, fertilizantes y el resto del paquete tecnológico, todo eso sin la mínima asistencia crediticia y sin saber si los va a recuperar con la venta del producto”, afirmó Cabrera.
Recordó que fue este endeudamiento el que el pasado mes de abril empujó a miles de campesinos de diferentes rubros a manifestarse durante tres semanas frente al Congreso paraguayo para pedir la condonación de las deudas que habían contraído para producir. Cabrera consideró que la producción de monocultivos que requieren de mucha mecanización, como la soja, solo es rentable para los grandes productores, que reciben subsidios para la compra de gasoil o cuentan con exoneraciones impositivas.
“En el sistema del monocultivo de soja, los pequeños campesinos acaban siendo carne de explotación. La yerba mate, en cambio, no necesita tantos implementos, y puede ser un cultivo muy rentable. Debe convertirse en el principal caballo de batalla de la agricultura familiar”, concluyó.abc
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