¿Logrará el Paraguay escapar del despotismo, ineptitud y corrupción?

Para cumplir la promesa de una de las mayores his­torias de transformación en el Hemisferio Sur, el presidente Horacio Cartes tiene más trabajo que ha­cer.
BLOOMBERG
Andrew Martin
Juan Pablo Spinetto
Para cumplir la promesa de una de las mayores his­torias de transformación en el Hemisferio Sur, el presidente Horacio Cartes tiene más trabajo que ha­cer.
En el otoño pasado, la Universidad de Nueva York patrocinó una conferencia titulada ‘‘Presentación del Paraguay: Una tierra de oportunidades’’, esta fue una oferta que hizo que los espectadores se encojan de hombros, la presentación solamente generó indife­rencia en el público que en realidad conocían sobre las historias de mal gusto del país en tanto se pregunta­ban: ¿Oportunidades para quién? ¿Los dictadores? ¿contrabandistas? ¿Nazis?
Pero en ese momento fue en donde el presiden­te del Paraguay, dando un paso hacia el atril para dar un discurso, unos 150 estudiantes, profesores, y distinguidos invitados lo aplaudieron.
Con una sonrisa, el hom­bre fornido de 59 años de edad y con un casco de pelo negro erizado, Ho­racio Cartes, aclamaba el camino de transformación de su país en plena batalla con la arraigada corrup­ción latinoamericana que todavía corre por las venas sin explotar en medio de promesas económicas y explicando sus propias ju­gadas de empresario como jefe de Estado.
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VALORES
‘‘Armado con los valores inculcados en mí por mis padres, empecé mi carrera política, dando al país un nuevo modelo de gobierno, una nueva dirección’’, dijo Cartes, añadiendo des­pués, ‘‘a pesar de que aún queda mucho por hacer, nos estamos moviendo hacia adelante’’.
Después de siglos de ais­lamiento y experimentos en la tiranía, Paraguay está teniendo su momento. Las grúas de construcción se ciernen sobre una nueva silueta en la capital, Asun­ción, los inversores ex­tranjeros están compran­do extensiones de tierra para criar ganado o culti­var la tierra, y el Gobierno ha comenzado a entregar un poco de transparencia.
‘‘Este es un primer paso importante para mejorar la calidad de las institu­ciones en el Paraguay de forma duradera’’, según explica un informe publi­cado el mes pasado sobre el progreso del país por el Fondo Monetario Interna­cional.
En una región gravemen­te herida por la corrupción y seno de materias primas, la economía de Paraguay está entrando en destaque, proyectado por el Banco Mundial para crecer más de un 3% en 2016, se con­vierte de esa manera en el segundo más rápido en América del Sur.
Este cambio de imagen ha hecho de Cartes uno de los favoritos de los amantes de los buenos gobiernos, aca­démicos y grupos empre­sariales. En la introducción de Cartes en la Univer­sidad de Nueva York, el presidente John Sexton, lo describió como ‘‘un hom­bre extraordinario’’. ‘‘Me encanta la diversidad de su visión para los negocios’’, dijo Sexton, ‘‘que van des­de bebidas, pasando por el tabaco hasta el fútbol’’.
AUTOBOMBO
Cartes está tratan­do de lograr una de las transformaciones más notables del hemisferio, tanto para sí mismo y Paraguay.
De este modo, se ha lanzado a sí mismo como un empresario de éxito contundente y con poco respeto por las normas de la política, la clase de líder de una democracia joven que se necesita para superar décadas de despotismo, ineptitud, pobreza y corrupción.
En un nivel, al menos, parece estar funcionan­do: los paraguayos pare­cen compartir la opinión del mundo de las inver­siones que “el pasado es el pasado”.
Pero hay señales de que están creciendo im­pacientemente con su presidente empresario. Ahora que han visto el cambio, quieren más, y lo quieren ahora.
LA PELADA DEL TELEPROMPTER
Cartes se sumergió en su discurso, y luego, cuando empezó la promoción de un nuevo programa de becas para enviar 1.500 paraguayos a estudiar en el extranje­ro, su teleprompter dejó de funcionar. Era el tipo de situación en donde hasta los políticos menos experimentados podrían manejarlo con una broma, o improvisar el resto del discurso.
Sin embargo, Cartes se mantuvo en silencio, frunciendo el ceño a sus ayudantes que de forma aparatosa trataban de solucionar el problema. A continuación, re­gresó a su intervención con el siguiente guión: ‘‘Es posible cambiar una vida’’, dijo Cartes. ‘‘Es posible cambiar un país. Y yo aseguro que juntos podemos cambiar el mundo”.
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EL PAÍS ES UN INFIERNO VERDE, SUFRIDO PERO FELIZ
Paraguay se independizó de España en 1811 pero su­frió varias administracio­nes dictatoriales.
El general Alfredo Stroessner, quien tomó el poder en 1954 y gobernó durante 35 años, refugió a nazis y supervisó una fuer­za de seguridad que torturó y mató a los opositores con mucha creatividad.
A pesar de su apetito por la crueldad, a Stroessner se le atribuye -según al­gunas personas- haber logrado en Paraguay una medida de la estabilidad económica, en parte, por la aplicación de reformas económicas impulsado por organismos interna­cionales como el Fondo Monetario Internacional.
Todavía es un país pobre, sin embargo, su conti­nuo progreso económico se enfrenta a un enorme obstáculo: una economía subterránea que mata de hambre a las arcas del go­bierno de ingresos fiscales y socava la legitimidad del Paraguay. Actualmente la economía informal es igual al 39% del producto.
INEQUIDAD SOCIAL
No es casualidad que el Paraguay sea una parada frecuente para los mochi­leros que exploran América Latina. En una región co­nocida por sus maravillas naturales, Paraguay tiene el Chaco, un bosque seco, caliente y espinoso que cubre aproximadamente el 60%, en el norte y el oeste. A veces se refiere a la zona como el infierno verde.
El resto de Paraguay, en el sur y el este, es el hogar de más de 6,8 millones de ha­bitantes. Asunción, ciudad pequeña y con un poco de mala muerte, escondida en un recodo del Río Paraguay y llena de taxis destartala­dos, vallas publicitarias de cigarrillos, barrios pobres de casas de maderas y cha­pas; en uno de éstos posa su sombra el Palacio Presi­dencial de lujo.
Aun así, hay placeres me­nores aquí y una población que es un tanto joven (la edad promedio es de 27 años, en comparación con 38 en los EEUU) y cada vez más optimista. Los paraguayos fueron clasi­ficados como los más feli­ces de la tierra, según un sondeo de 2014 de Gallup que mide las experiencias positivas.
Casi tan grande como California, Paraguay está bordeado por los ríos que lo dividen. Debido a su geografía y prohibiciones de las décadas de gobierno dictatorial, se ha manteni­do relativamente aislada de sus vecinos- “Paraguay es una isla rodeada de tierra’’, según su más famoso es­critor, Augusto Roa Bastos.
Los idiomas oficiales de Paraguay son el español y el guaraní, una lengua indígena hablada por aproximadamente el 90% de la población.
CONSERVADOR
Y su población católica tiende a ser más conser­vadora que en otros en América del Sur.
Como candidato presi­dencial, Cartes dijo que ‘‘se iba a pegar un tiro en las bolas’’ si su hijo quería casarse con otro hombre, recordó la investigación. 5dias
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