El aumento de tasas de la Fed no condena a América Latina

Es cierto que la decisión que esta semana pueda tomar la Reserva Federal de los Estados Unidos de elevar las tasas de interés no será una buena noticia para América Latina. Pero no a todos los países de la región les ha ido mal cuando el dólar se encareció.
Bloomberg
Alejandro Rebossio
Es cierto que la decisión que esta semana pueda tomar la Reserva Federal de los Estados Unidos de elevar las tasas de interés no será una buena noticia para América Latina. Pero no a todos los países de la región les ha ido mal cuando el dólar se encareció. Incluso en esas épocas, algunos países latinoamericanos lograron un crecimiento relativamente importante y sostenido. La clave para evitar la depresión regional, tanto en producción económica como en el estado de ánimo de la población, es recordar las lecciones de ese pasado.
Desde el comienzo de la globalización financiera en la década de 1970, los períodos de altas tasas de interés estadounidenses solían corresponderse con precios bajos de las materias primas –los principales productos de exportación de América del Sur, así como una fuente clave de ingresos fiscales para México-. Por ello, esos períodos en general se asociaron con malos tiempos para América Latina: durante fines de los 70 y los 80, por ejemplo, Estados Unidos revaluó su moneda un 20 por ciento para combatir la inflación; el precio mundial de los productos primarios básicos se desplomó a niveles similares a los de hoy, aunque no tan bajos como a fines de los 90 y comienzos de los 2000.
Lamentablemente, muchos países latinoamericanos estaban cargados de deudas con los bancos que reciclaban dinero petrolero de Oriente Medio. El aumento de las tasas de interés de los Estados Unidos hizo que esa carga de deuda fuera mucho más difícil de soportar y contribuyó a llevar a América Latina al páramo de la llamada década perdida. En la primera mitad de los 80, sólo Colombia logró evitar años de contracción económica y creció un modesto 2 por ciento anual entre 1981 y 1985 gracias a no haber tomado excesivos préstamos en los 70.
En la segunda mitad de los 80, Estados Unidos empezó a devaluar levemente su moneda pero mantuvo las tasas de interés en más del 6 por ciento. Esa devaluación relativa estimuló el precio de las materias primas y algunos países latinoamericanos pudieron recuperarse. Además de la economía petrolera de Colombia, la economía minera de Chile y las economías agrícolas de Costa Rica yParaguay también se reactivaron.
Aunque muchos observadores elogiaron el milagro chileno inspirado en la Universidad de Chicago alrededor de esa época, la apuesta de la nación a la diversificación de exportaciones con un tipo de cambio competitivo fue posible porque el régimen militar del momento reprimió a los sindicatos del país. Es más, hacia el fin de la dictadura de Pinochet (1973-1990), el ministro de Hacienda Hernán Büchi (que en realidad se graduó en administración de empresas en la Universidad de Columbia) rompió con los “Chicago Boys” moderando la baja de los aranceles de importación y controlando las tasas de interés por medio de intervenciones del Banco Central en lugar de dejarlas libradas al mercado. Paraguay también estaba bajo una dictadura, Costa Rica recién comenzaba a recuperar el progreso social de décadas anteriores y Colombia vivía los peores períodos de la violencia relacionada con las drogas.
Después de abaratarse a comienzos de los 90, el dólar comenzó a encarecerse nuevamente, período que se caracterizó por la erupción en México de la Crisis Tequila impulsada por la deuda en 1994, el mismo año en que entró en vigencia el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte. Al principio, a las materias primas les fue bastante bien. De hecho, se volvieron cada vez más caras en tanto pasaron a primer plano las economías emergentes. Pero tras la crisis rusa de 1998, el gas, los minerales y los alimentos llegaron a mínimos históricos. Durante el lapso de altas tasas de interés estadounidenses entre 1995 y 2001, sólo dos países latinoamericanos mantuvieron el crecimiento económico sin años de crisis: Guatemala y Nicaragua, dos de las naciones más pobres de la región, entonces y ahora. Ambas importadoras de materias primas, se beneficiaron con la baja de precios y también lanzaron una industria textil orientada a exportar a los Estados Unidos, entonces un mercado en crecimiento.
A diferencia de la década de 1980, cuando el flujo de financiamiento hacia América Latina se interrumpió, los préstamos siguieron disponibles en los 90; pero con la excepción de los otorgados a países prudentes como Chile, Colombia y Uruguay, tenían tasas altas. Este financiamiento de alto costo en parte explica la crisis que se vivió en múltiples países latinoamericanos a fines de ese siglo y comienzos de este, destaca José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia y ex ministro de Hacienda de Colombia.
El período quizá más paradójico fue el de 2004 a 2007, cuando las tasas de interés estadounidenses aumentaron gradualmente a 5 por ciento mientras que las materias primas primero se estabilizaron a precios más altos que los de la caída de 1998-2002 y luego aumentaron. Durante ese período, la mayoría de las economías latinoamericanas creció considerablemente. Así fue en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela. ¿Qué pasó?
Una cosa es cuando la Fed eleva las tasas de interés para combatir la alta inflación, como sucedió en los 80, y esto reduce el precio de las materias primas. Otra es que la Fed lo haga cuando la economía estadounidense recién empieza a crecer. “Sin duda, a los países latinoamericanos les puede ir bien con altas tasas de interés estadounidenses si esas tasas reflejan una economía estadounidense saludable. Si, en cambio, muestran que la economía estadounidense no está en una situación tan buena, a nosotros puede irnos mal”, reconoce el economista uruguayo Ernesto Talvi. Hasta el comienzo de la crisis financiera de 2008, la demanda estadounidense de materias primas era estable, y China, con su voraz necesidad de productos primarios, empezaba a aparecer en escena. En esos años, las primas de riesgo de los países latinoamericanos cayeron de manera significativa y su acceso a los préstamos mejoró. Sin embargo, habiendo aprendido la lección de la década perdida, ninguno de los gobiernos latinoamericanos contrajo demasiada deuda.
También estaban en juego otros factores de política. Jorge Mariscal, director de inversiones de mercados emergentes de UBS Wealth Management, menciona el ejemplo, ahora devaluado, de Brasil y su crecimiento basado en “una fuerte redistribución del ingreso, una importante expansión de la clase media y un aumento de los préstamos del gobierno”. En aquel momento, la mayor economía de América Latina era la prueba de que fortalecer el mercado interno podría crear una especie de círculo virtuoso. Si las tasas de interés suben debido al crecimiento estadounidense, como ocurre hoy, es de suponer que las materias primas seguirán siendo necesarias para la economía más grande del mundo y para otros, y no bajarán de precio más de lo que ya lo han hecho, sostiene Mariscal.
Los países latinoamericanos, por lo tanto, no están condenados en esta nueva época difícil. Si la economía estadounidense sigue prosperando, México, América Central y el Caribe –que están más ligados a la economía estadounidense que las economías de América del Sur- se verán beneficiados.
Obviamente, la historia indica que incluso esta vinculación tiene sus límites. Lo que queda claramente demostrado es que los períodos de financiamiento de alto costo, cuando no es posible ganar mucho dinero con la venta de materias primas, se sobrellevan mejor en América Latina cuando los países tienen menos deuda, cuando diversifican sus exportaciones tanto en cuanto a productos como a destinos y cuando fortalecen el mercado interno. Naturalmente estas tres situaciones deberían haberse logrado durante los tiempos de relativa abundancia. No pueden lograrse de un momento para el otro. Esa dolorosa lección es una que algunas, pero no todas, las economías latinoamericanas ahora están a punto de reaprender. 5dias

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