Condena máxima por violencia familiar

Condena máxima por violencia familiar

Un hombre recibió la condena máxima por las agresiones físicas y psicológicas a las que sometió a su mujer durante los casi 20 años que llevaban de relación. Cansada de la violencia, incluso frente a su hijo, la señora rompió el silencio.

Nilvio Natividad Flores (40), oriundo de la compañía Gasory, Distrito de 3 de Mayo de Caazapá, fue condenado a seis años de prisión al ser declarado culpable de violencia familiar por el tribunal integrado por Antonio Molinas (presidente), Osvaldo Rivas y César Acosta.

La fiscala investigadora Rosa María Arzamendia relató que Flores y su esposa mantuvieron 18 años de relación en concubinato y durante prácticamente todo ese tiempo la maltrató tanto física como psicológicamente, lo que quedó revelado en el informe que concluyó que requiere tratamiento para el daño emocional recibido.

De acuerdo al relato de la víctima, el ahora condenado “la tenía como juguete”. Entre las agresiones, el hombre disfrutaba de amenazarla haciéndole correr por el bosque para luego salir a su caza. Una vez que le daba alcance, la arrastraba de los pelos de nuevo hasta la vivienda.

El 7 de mayo del 2016, la historia tomaría un nuevo camino: aquel sábado, Nilvio salió a las 9:00 de su casa y regresó a las 13:00 en estado de ebriedad. Le reclamó a su mujer el porqué no expresó felicidad al verlo regresar, a lo que ésta le dijo que bajo ningún sentido podía alegrarse, pues sus hijos pasaban hambre mientras él salía a emborracharse.

Su valentía desató la furia del hombre. Fue hasta la cocina y tomó un cuchillo y un destornillador con la intención de causarle daños físicos a la mujer, quien esa vez ya no quería ser víctima de su concubino. Luchó, se defendió y esquivó todas las estocadas.

Ella intentaba evitar recibir más daño, aunque él intentaba darle una reprimenda “ejemplar”, todo frente al hijo de ambos, de 12 años, espectador silencioso que padece de epilepsia. La mujer confesó después que, por evitar “quebrantos” para su hijo, lo enviaba a la casa de cualquier vecino. Ella sabía que sería castigada de cualquier forma, todos los días.

Aquella pelea no terminó como Nilvio esperaba: esta vez su concubina fue corriendo hasta una comisaría cercana y lo denunció. Con esa acción, simple a primera vista pero más que complicada para una víctima de violencia doméstica, puso fin a casi dos décadas de maltratos.

El Lic. Rodolfo Ramírez, perito psicológico del Ministerio Público, concluyó que la mujer padece daños psicológicos a consecuencia de la violencia que padeció a manos de su concubino. Ella pasó por las tres fases de la violencia familiar: la acumulación de tensión, la violencia física y el arrepentimiento. Ahora requiere un espacio psicoterapéutico para tratar el daño que recibió.