4 razones para eliminar la fiesta de fin de año en la oficina y 1 razón para salvarla

4 razones para eliminar la fiesta de fin de año en la oficina y 1 razón para salvarla
Julia Kirby
Los gerentes esperan que la reunión anual de las festividades tenga algunos buenos efectos en el lugar de trabajo: alentar a los compañeros a conocerse informalmente, apreciar y celebrar el buen trabajo realizado en el año y recordarle a todos que son parte de “una compañía.”
Sin embargo, varios estudios sugieren que no mucho de esto realmente se está consiguiendo:
+ Nadie se relaciona. Comencemos con un artículo de Paul Ingram y Michael Morris, de la Columbia University, titulado “¿Las personas se relacionan en las fiestas?” La respuesta corta: no mucho. Usando etiquetas electrónicas para rastrear las interacciones sociales de 100 personas de negocios en un encuentro social, el estudio encontró que las personas abrumadoramente se mantuvieron con otras a las que ya conocían, incluso cuando habían “dicho generalizadamente, antes del evento, que su meta era conocer a nuevas personas”.
+ La diversidad sufre. Las fiestas de fin de año son a lo que los teóricos de las fronteras se refieren como “eventos de integración,” porque integran elementos de las vidas personales y profesionales de los empleados –presumiblemente llevando a una mayor integración de los trabajadores–. Sin embargo, el trabajo de Tracy Dumas y sus colegas muestra que borrar los límites le sirve a unas personas mucho más que a otras. Ellos estudiaron las experiencias de la gente en fiestas empresariales y descubrieron, a lo largo de dos estudios con muestras diferentes, que estos encuentros sociales no estructurados “incrementaban la cercanía para los empleados que eran racialmente similares a sus compañeros” –pero no para los empleados que eran racialmente distintos. Siendo como es la psicología humana, las personas conectan mejor cuando perciben menos diferencias, y las diferencias, que se habían minimizado en el contexto de la oficina y el trabajo, aumentaron conforme entraron en la película más vistazos a la vida no laboral.
+ Podría haber más riesgos de declive que oportunidades de ascenso. Cuando la Society for Human Resources encuestó a los líderes de Recursos Humanos acerca de la fiesta de fin de año en sus oficinas, escuchó acerca de un rango de preocupaciones, en especial ya que el alcohol usualmente es parte de la escena. De hecho, 6 por ciento de los ejecutivos de Recursos Humanos dijo que estaban enterados de proposiciones sexuales no solicitadas ocurridas en fiestas de fin de año. (Note que este es el número de las que se enteró Recursos Humanos –y que los gerentes de Recursos Humanos están dispuestos a ceder–). Para empleadores cada vez más temerosos de los litigios y empleados más conscientes de las consecuencias de comportarse mal, la fiesta de la oficina podría verse como un campo minado.
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+ Nada cambia. Una razón para que la gente se conozca y se agrade entre sí es que comenzarán a trabajar de forma distinta –enriqueciendo la colaboración y apelando menos a las jerarquías y estructuras formales–. Sin embargo, si usted esperaba que el compartir en la fiesta de fin de año pudiera alentar eso, deje que Michael Rosen, de la NYU, lo desengañe. En una maravillosa pieza de etnografía organizacional, él se unió a la fiesta navideña de Shoenman and Associates, observó las anécdotas y convivió con algunos novatos. Se sorprendió por el estímulo de la convivencia y de comportamientos que parecían desafiar la jerarquía de la firma, pero concluyó que esos tímidos desafíos solo sirven para reforzar las estructuras de poder existentes. Es la excepción ocasional la que le recuerda a todos cuál es la regla.
La fiesta de fin de año sigue teniendo aún una función:
+ Las fiestas son señales. Dicen algo acerca del estado del negocio. El anuncio de que la fiesta anual tendrá lugar y que estará incluso mejor servida que la del año pasado es una reafirmación para la fuerza de trabajo y para todos los accionistas de la compañía, de que las cosas van por el camino correcto.
(Julia Kirby es editora para Harvard Business Review y coautora (con Christopher Meyer) de “Standing on the Sun: How the Explosion of Capitalism Abroad Will Change Business Everywhere” (De Pie Ante el Sol. Cómo la Explosión Del Capitalismo Extranjero Cambiará Los Negocios En Todos Lados)).LA NACION